Esa noche dormimos en León y al día siguiente jugamos en su campo, otro campo estupendo y en un día fenomenal. Cocido maragato para comer y más premios para los ganadores de toda la semana. El bus venía a tope de regalos. Llegamos a nuestros hogares sin la menor incidencia y con la satisfacción de haber pasado una semana preciosa en unos lugares magníficos y con unas personas maravillosas.
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